martes, julio 11, 2006

(No) Siempre tienes tiempo

La conocí hace 4 años. Las reuniones del naciente Centro de Alumnos de básica nos congregaban cada viernes, así también como con otra chica con la que retomé lazos el año pasado, pero eso es otra historia. Tengo su imagen de su cuerpo de naciente mujer, en calzas y polera sosteniendo un ula-ula, deteniéndome en el pasillo cuando nos topábamos en el cambio de jornada para estamparme un beso en la mejilla. Cómo quisiera que eso aún fuera así.
Siempre he sentido hacia ella una cosa especial, un "qué se yo". No podría decir que me gusta: pese a que nos conocemos hace un buen tiempo; las conversaciones de verdad las podría contar con los dedos, y no serían mas de 6 ó 7. Piel tostada, un buen par de muslos y un trasero apoteósico, además de algunas pecas que aliñan su rostro: un cuerpo de ensueño. Según yo, es el prototipo ideal de cualquier hombre, opinión en el plano netamente físico; me guardo comentarios más finos en relación a su personalidad debido a lo que detallé algo más arriba.
"Siempre tengo tiempo para mis amigos" me dijo una vez la pantalla de mi móvil, con el remitente de su número. "Será pues" pensé. Tal vez esas seis palabras acentúan, en este momento, los ridículos celos que siento cada vez que la veo con otro tipo. He sido pañuelo de lágrimas, en ciertas ocasiones consejero, y el tiempo me ha dado la razón. Denigrada, angustiada, decepcionada de algún "amigo" o algún tipo mayor que con el tiempo se volvió drogadicto o delincuente, y que pese a que yo, y no sólo yo, le dijimos por dónde iba la mano, ella hacía caso omiso y luego quedaba convertida en una niñita desilusionada de un amor infantil. Cruzaba el patio, la detenía al ver sus ojos rojos e hinchados para preguntarle sobre la causa de su llanto, se limitaba a un "nada" y se marchaba a apaciguar su mar de lágrimas al baño. Un rato después aparecía riendo, como si nada, para unos días después preguntarle por qué lloraba, recibiendo ahora como respuesta un "da lo mismo". Y en esos momentos me cuestiono sobre la amistad y sobre la frase escrita a letras dispersas en un celular. "¿Amigo?" "¿Siempre tiempo?". Lo llego a dudar.
Una vez le pregunté, por curiosidad, si yo le había gustado en alguna ocasión. Según ella, fue cuando ella cursaba séptimo, misma época en que un compañero que la veía a menudo me informaba que le preguntaba por mí, así como el mismo tiempo en que la profesora de inglés me lanzaba indirectas sobre saludos que me llegaban de básica. En ese entonces mis sentidos al servicio de lo sentimental no despertaban plenamente, cosa que aconteció sólo el año pasado. De haberse presentado tal situación hace un año, aún sería mi novia.
Si ella llega a leer esto, le digo que lea ese correo que envié sólo a ella y que no ha visto aún por solo desinterés. Que se ría, y luego lo tome en serio. Pero al momento, contando una vez más con los dedos las conversaciones reales que hemos sostenido, sólo puedo remitirme a su cuerpo, aunque no lo quiera, y manifestar el deseo mío y que debe ser de muchos, de rozar sus labios tan sólo una vez. Ella es preciosa, aunque quiera negarlo por falsa modestia, tiene un cuerpo de Venus de Milo que hace caer a cualquiera, con mayor razón a mí, ustedes saben por qué.

1 comentario:

Luis Aravena dijo...

Penetrante, y no precisamente en alusión a lo sexual fue su relato... me gustó como detallaste aquella vivencia del pasado, esa que sigue viva, y se, que de tu parte con más esperanza que nunca...

Recuerde: "No está muerto quien pelea"

Un abrazo Diegote...