viernes, septiembre 26, 2008

Amalgama para un día

Fue un día con cargas innecesarias. Ir con todo y faltar. Ir a por todo y que te falten. Vagas el día completo con dos objetivos, preparándote para uno y pensando en el otro. El primero ya agotaba, entre tal agotamiento aparecía el nombre de una cumpleañera, aquel amor platónico. En tanto, segundo objetivo se ansiaba. Finalmente vas a por el primero, pero claro, el otro sigue en tu cabeza. Miras la hora, te lamentas. Intentas no tardar, que todo calce. El empeño parece funcionar: todo parece calzar. Es el fin del primer objetivo, y vamos al segundo. Al momento que llegas a él te das cuenta de que no todo calza, pues para ciertas cosas no depende todo de ti. Pero bueno, queda resignarse y esperar. Pasan los minutos, das vueltas, conjeturas. Gente entra y sale, aún no es tu turno, pero tranquilo hombre, que ya lo será. Y lo es… o al menos parece serlo. Otro tanto de espera y finalmente es tu tiempo, es hora de abordarlo. Los segundos pasan volando y todo se desarma. Puedes pensar, quizás, que fue media hora perdida de estudio o sueño, pero pese incluso a una nueva desilusión en el intertanto de espera, el abrazo, el beso, su sonrisa: todo eso la valen.

No todo salió como planeabas, pero cosas también salen sin haberlas planeado. Con la excusa del fuego y el cigarrillo logras finalmente captar la mirada indiferente de quien observabas tú, con incertidumbre, desde hace algún tiempo. El oír su voz parece finalmente compensarlo en parte todo. Pues se va: he ahí otro evento inesperado. Te quedas con el cigarrillo encendido, las bocanadas de humo y la sensación asfixiante en los pulmones. El micro pasa justo al momento en que el cigarro terminaba. Y cuando pensabas que eso era todo, apenas al levantar la mirada del cuaderno donde escribías estas líneas hallas una mirada más, la de un pasado que confusamente acabó. Estaba guapísima.


Ahora sí, finalmente todo calzaba. Todo fue como debía ser.

martes, julio 01, 2008

Face to face

(Por si acaso no me refiero a Manolo “PAF!” Fernández, sino a un excelente tema de Daft Punk, que sirve de banda sonora para esta ocasión. Pensar que siempre los temas ad hoc aparecen en los momentos precisos… uno más a la extensa banda sonora de mi vida).


Todo esto era, si se le quiere llamar así, un experimento. Yo siempre lo dije: a veces pensaba mucho pero temía que todo fuera precisamente eso y nada más: pensamientos, cavilaciones, sugestión, que todo estuviera en mi cabeza. Es por eso que hacía falta experimentar, darse cuenta si en realidad quedaba sólo en eso o si acaso todavía quedaba intacto todo lo que permanecía escondido desde ya casi un año y medio atrás.

Y sí, todo intacto. De partida ella. Igual en lo físico a lo que era en ese entonces. Intacta su belleza, intacta su prestancia.


Tan igual era todo a que caminamos hacia donde siempre, por la misma calles, al mismo paso, del mismo modo. Y también las mismas indecisiones: llegamos a una esquina y no supimos donde seguir. Finalmente continuamos por la calle larga, a modo de caminar harto, como ella quería.


A medida que avanzábamos hacia ningún lado mis temores retrocedían. Ciertamente el escenario se presentaba mucho mejor de cómo me lo imaginaba: los silencios supuestos nunca fueron tal, y las palabras salían una tras otra como antaño. Muchas veces creo que el tiempo desgasta las relaciones, tal como le mencioné, pero hay veces en que pese a que puedan haber pasado 10 años y siempre sigue todo igual. Vale mencionar que el escenario que yo imaginaba tenía razones infundadas: las veces que nos habíamos topado en este año y medio todo había quedado en un “hola” a la distancia y una sonrisa. Pero no era cualquier sonrisa, claro.


A la mitad del camino pasaron tres viejos por nuestro lado, de esos típicos viejos de calle, vagabundos, con mil historias de borracheras, golpizas y una vida olvidada. Al pasar uno de ellos comentó en voz alta: “tómale la mano”. Claramente el comentario me hacía referencia, y fue así como lo pensé, mas no lo hice. Era extraño, pues sentía que debería estar de la mano de ella: fue como sentir que ese año y medio no existía y que nunca hubiéramos terminado, que ella aún estaba conmigo como si nada hubiera pasado.


Se habló de la vida, de los cambios, de la gente. De personas pasadas, de situaciones inconclusas. Pero pese a todo lo fluido que iban las cosas, yo no podía llegar aún a donde tenía previsto llegar. A decir verdad era muy difícil intentar abordarlo. Pero bueno, como le comenté previamente a un “colega”, iba a tirarme a la piscina, sin siquiera haber asomado la vista para ver si tenía algo de agua o no. Como para todo hay momentos y momentos, en el transcurso del viaje de vuelta a casa calculé algunas distancias y tiempos para que todo lo que me interesaba hablarle y preguntarle quedara justo en el punto en que yo quería. Y así resultó, por cierto.


El tiempo dirá una vez más, como dije hace casi dos años ya, en un escrito también publicado acá. Pero fuera de cualquier cosa, puedo concluir que el experimento fue un éxito, y que los resultados fueron favorables: ha pasado casi un año y medio y lo que estaba medio escondido finalmente salió a la luz. Todo sigue ahí. Todo igual, todo intacto.


It’s amazing what you find face to face…


sábado, marzo 08, 2008

Inflexión

El tiempo era justo el del primer día, pero esta vez era especialmente extraño. Una lluvia torrencial en verano se da casi todos los años, por sólo un día. Había experimentado previamente ciertos hechos en días de lluvia veraniega, como una cita arruinada, por ejemplo.

El viaje se hizo eterno. De partida la caminata habitual de 10 minutos para ir a tomar la micro, un tramo usualmente aburrido, cosa que ahora no cambió. Otros 5 minutos esperando el bus en el paradero y finalmente lo abordaba. Melodías alegres y bailables orquestaban las cavilaciones:

”You’re gonna make me cry…
You’re gonna make me fly... high”


Se llega a destino, se cruza la calle. Una mirada a la vereda del frente y ya estaba ahí. La orquesta apagaba su música, y de paso las especulaciones concluían. Luego un beso, un abrazo, el impregnarse de ella.

La lluvia arruinó los planes de caminatas por la costa y de contemplar el mar en un abrazo, por lo que había que refugiarse.

Una escalera, y una vuelta. Otra escalera, y otra más.
Rápida, directa, al grano.

Ya estaba arriba, dispuesto. En un balcón, manoseaba el mp4, se hablaba de música. Nervios acá, nervios allá. Pequeña interrupción, ida al baño. Regreso.

Espera…
Espera…
Sigue esperando.

Se decide. Lo larga.

Remezón enorme, terremoto interior.

Lo que siguió fue comunión, como nunca antes. Sublime, hermoso, irrepetible.
Palabras, palabras. Las manos juntas, las lágrimas peleando por brotar. Un abrazo apretado.

Era amor. Sí, amor.

Yo también quería llorar contigo…

La banda sonora de una película, la nuestra. Todo calzaba, como lo había venido haciendo desde siempre.

You made me cry.
You made me fly... high... very high.



Promesas por cumplir, y yo no miento, lo sabes.

Te adoro. Te amo.