domingo, noviembre 26, 2006

Epílogo y Prólogo


En estos días de finales de etapas y comienzos de otras nuevas, cuando llega la hora de pensar en el futuro; a menudo uno recuerda su infancia, y la de muchos con los sueños de bomberos, policías, astronautas o presidentes de la República. También muchos deben haberse imaginado científicos, entre los que yo no estaba, precisamente. Pero ahora que lo pienso bien, qué bueno que sería. Claro, no habría cosa más maravillosa que romper cualquier límite, desafiar las leyes de gravedad, del espacio, del tiempo. Y si lo pienso aún más específicamente, manipular el tiempo sería la cosa más maravillosa que podría suceder: detenerlo, avanzarlo, retrocederlo. Muchos querrán saber qué pasará con sus vidas en unos años años más, si acaso saldrán de la cotidianeidad o si se hundirán más en la miseria y en la invariable vida que llevan, así como ésa que llevan también muchos más. Así también, retroceder el tiempo, enmendar errores, cambiar el transcurso de la historia, pensar que "si no hubiera sido por...", las cosas serían diferentes y el presente sería mucho más color arcoiris que lo grisáceo que se contempla ahora, para muchos.

Detener el tiempo. Quizá viéndolo así a primera impresión, la utilidad no sería más trascendente
que algunas jugarretas de niños queriendo hacer cosas que otros no puedan ver. Pero si lo llevamos a un plano más "maduro", su real utilidad llegaría luego de haber pasado antes por las dos etapas anteriores, esto es, haber retrocedido y/o haber adelantado los acontecimientos a su curso normal. Y si soy más minucioso aún, yo me remitiría a sólo retroceder. Cuando volvieses atrás te darías cuenta de que, en un abrir y cerrar de ojos, todo lo perfecto, todo lo feliz que eras, toda la armonía de tu vida se ha evaporado. Y es ahí cuando optarías por, o llegar al momento en que la armonía se vio quebrada, para no provocar ese quiebre; o por detener el tiempo y aprovechar cada momento, exprimirlo, saborearlo, sentirlo por todo tu cuerpo y darte al máximo.

Ahora piensa y respóndete a ti mismo: ¿cuál de las dos opciones anteriores tomarías? Estoy casi seguro que dices que la primera porque, claro, a cualquiera le gustaría tener su vida en una perfección absoluta, con todo y todos los que quisiera a todo momento. Bien, piénsalo nuevamente y esta vez considera lo siguiente: el hombre aún no es capaz (y quizá nunca lo sea) de manejar el tiempo a su antojo, por lo tanto, ninguna de las dos es técnicamente posible; pero hay una que es más cercana. Sí, la segunda precisamente.

Me han venido con cosas de "mala fama", me han juzgado por actos de hace un par de años (como dije en el escrito anterior, era otra persona prácticamente), me han casi insultado y aún así no me arrepiento de lo que pude haber hecho. Claro, gané "mala fama", pero a cambio obtuve muchos ratos agradables con cada nueva experiencia que iba sucediendo; no todo es gratuito, obviamente. Y si se ponen las cosas en una balanza se lograría un equilibrio. A todo lo "malo" hay que verle algo "bueno".


A estas alturas del escrito, a mí mismo me suena a cursilería barata. Por el contenido, por el modo de escribir (lo de dirigirme a cada persona particularmente). Pero qué va, a estas alturas que se vaya todo al carajo. Que piensen lo que quieran.
Mucho más no tengo que perder. Porque, cuando hace un mes creía que el fin de mi etapa escolar iba a ser perfecto, en un par de semanas todo se fue literalmente a la mierda: personas que tenía en un sitial se me cayeron de ahí, otras se dieron vuelta la chaqueta y salieron con un lado insospechado. En resumen, los esquemas se derrumbaron por completo.

Pero asimismo, "A todo lo "malo" hay que verle algo 'bueno' ". Estoy descubriendo gente fabulosa, así como estoy forjando las verdaderas relaciones que tendré aseguradas para mi vida. Esa gente "nueva" tiene nombres: la Ely, Tamara (y otras virtuales, como la CamiL). Y las relaciones consolidadas: Kco, Pablo, Geofrey, Cristian, y otras que se me quedan en el tintero. A todos ustedes, y como diría el capo Cerati (ya homenajeado por mí), y de corazón:

GRACIAS TOTALES!