viernes, enero 07, 2011

Ensayo y (mucho) error

En los últimos años, en mi soltería, siempre pensé para mí mismo: “vamos, que ahora sí estoy listo, que ya sí estoy maduro, no las puedo cagar de nuevo”. Y vaya, sigo haciéndolo sin querer. Es inevitable, soy un primerizo en muchas cosas, sino en casi todas.


El autoconvencimiento de aquellos años fue sólo una falsa seguridad de algo que de ninguna manera podía ser seguro, ya que no había vivido muchas cosas que están involucradas en una relación madura, y ni por mí mismo, ni sólo mirando y suponiendo, iba a aprender. Ahora ya estoy en esto, aprendiendo, con muchos más tropiezos de los que imaginé: cada cierto rato surgen cosas nuevas, cotidianas quizás para otros, pero para mí absolutamente desconocidas; y afrontarlas por mí mismo, en torno a un mundo más que acostumbrado a ellas, se me ha hecho muy complicado. Siento el peso de una etapa que no viví quizás a tiempo, y que ahora me pasa la cuenta cada vez me equivoco.

Y claro, los errores pesan, quiérase o no, e incluso pretendiendo pasarlos por alto, indudablemente influyen -para mal- en las relaciones. Uno intenta dar vuelta la página, cambiar de tema, pero el lunar sigue ahí, y hay que limpiarlo antes de que termine agrandándose y lo estropee todo. Es tarea de uno, desde luego, borrar esa manchita, pero al ir incorporando experiencias nuevas, el tener que asumirlas y a la vez procurar arreglar las cagadas que uno comete de inexperto, a ratos se hace mucho. Inexperiencia, inmadurez, personalidad, la “desventaja” en la vida vivida respecto al resto… pueden sonar a excusas, y lamento que sea así, pero simplemente son, a mi parecer, factores que inciden en que uno meta las patas de vez en cuando, sin quererlo ni incluso dándose cuenta, en muchas ocasiones.

Desde luego hay que cambiar, por mucho que se diga que “no es la idea, no debes cambiar por mí, yo te quiero así cómo eres”, se debe hacer. Es el natural proceso de acoplarse, un tira y afloja que, aunque suene frío, siempre sucede, y no está mal que sea así, todo lo contrario, así es como se consolidan las relaciones, además mediante el cariño y amor que debe existir, y que lleva a los esfuerzos de cada uno por hacer que el otro se sienta bien y en armonía con uno, el deseo de querer estar con el otro, el no querer perderlo, el sentirlo necesario, parte fundamental de uno, y de la vida de uno.

Pero se necesita la ayuda del otro, su comprensión, su paciencia. Ojo, no es pedir complacencia ni amabilidad, sólo un poco de empatía a ratos; un asunto de, aunque resulte complicado, intentar entender al otro: aunque no se logre a plenitud, a veces sólo basta asentir…

...dar lugar a mi error y a intentar enmendarlo, a cambiar de opinión y aceptar la nueva. Comprender de que si los he cometido no ha sido por ti, sino sólo por mi simple ignorancia, miedo: sólo es porque, esta nueva etapa, no sé cómo vivirla aún.